miércoles, 1 de noviembre de 2017

El país de los de abajo

En el país de los de abajo, donde nadie dice ‘hello’ ni ‘goodbye’ pero todavía persiste el chamuyo de barrio, compartir el pan es el ritual más parecido a la amistad. En el país de los de abajo, donde la tarjeta SUBE es la llave de acceso al laberinto de la Capital Federal, se improvisan siestas en los vagones de tren o junto a la ventanilla del colectivo para que el cansancio sea menos cruel con los viajeros. En el país de los de abajo, donde las tortillas al paso se desayunan sin queso light ni mermelada de frutos rojos, el prócer del billete gastado se transforma en salvador cuando la suerte acompaña en la quiniela. En el país de los de abajo, que no precisa trending topic para descifrar la mueca que acompaña los rostros cada amanecer, los diálogos en los andenes y las pintadas en las esquinas dicen las cosas que los periodistas trajeados desconocen. En el país de los de abajo, donde la ronda de mate le gana por goleada al caramel macchiato del coffee break, el humor se cocina con gastadas futboleras y alguna dosis de picardía guaranga. En el país de los de abajo, donde la peluquería tiene tanta vida social como un local partidario, el Chaqueño Palavecino y Damas Gratis brillan en los parlantes que jamás ocuparán los líderes del marketing discográfico. En el país de los de abajo, donde se comparte con los vecinos el kiosco, la panadería y el locutorio, los tatuajes hablan más de las personas que los modelos de auto. En el país de los de abajo, donde el Gauchito Gil custodia la salud y los dolores de niños y adultos, las estampitas de San Cayetano tienen mayor circulación que los curriculum vitae. En el país de los de abajo, donde el televisor recién llegado es un compromiso asumido en sacrificadas cuotas, las zapatillas de los pibes están forradas con tierra como las patentes de los bondis que surcan calles ignoradas por el GPS. En el país de los de abajo, que limita con otros países contemporáneos bajo el mismo cielo y detrás de la frontera que marca el ferrocarril o el asfalto, hay una respiración constante que se agita o se calma según el devenir de la historia y que cada vez lo vuelve más real, más humano, más argentino.

Mariano E. Pagnucco
(@ezepagnucco)


jueves, 7 de septiembre de 2017

Apuntes sobre "Caravana", de Amparo González Sola y Juan Onofri Barbato



1
A quienes no tenemos el ojo entrenado en las vertientes de la danza contemporánea, seguirle el ritmo a esta caravana nos cuesta, sobre todo al principio. La sala donde transcurre todo ofrece un ambiente oscuro. Claroscuro. Todo comienza con un cuadrado de luces en el piso. Él baila una melodía constante, frenética. Una posible discoteca o incluso un no-lugar con la lógica del cross-fit: el hombre máquina, la maquinaria humana. Punchi punchi. No hay freno.

2
Entra Ella al cuadrado/cuadrilátero/ring/pista de baile. Interviene los movimientos maquinales de Él. Al principio hay fricción, interrupción. Después se acoplan y moldean figuras juntos, unidos. Dos piezas encastradas. El ritmo sigue intenso pero de a poco baja. Los cuerpos se ablandan, se elastizan, se desmaquinizan, se humanizan. Hay un despliegue bello, estético, estático y líquido. Cuerpos vestidos que se contornean suaves en el corral de luz.

3
Hay sensualidad y sexualidad. Contrastes: sexo como goce y como dolor, pecado y disfrute, la Santa Iglesia y el sadomasoquismo. Las luces marcan un borde, un límite, como la violencia contenida que asoma. Emergen rasgos de sometimiento en el juego elástico de los cuerpos-máquinas encastrados. La música sube, la música baja. Por momentos es abrumadora (como la violencia contenida que no termina de estallar).

4
Se va rompiendo la geometría de la luz y de los cuerpos (las extremidades y el torso dibujan figuras a veces suspendidas, sostenidas entre sí). Se desarma el cuadrado hecho de tubos de luz blanca. ¿Y esa luz? Tan blanca que ilumina, tan intensa que lastima cuando hay exceso. Doble filo: el Bien contra el Mal. La iluminación -guía del camino- también puede hacer daño, estropear la vista: el sentido más desarrollado en nuestra era de pantallas y luminarias incandescentes. El ser humano se vuelve primitivo, animal. La luz tortura y penetra. Es fálica, todopoderosa, ultrajante. El cuerpo humano se reduce a músculos y huesos, su esencia primaria: la animalidad. El cuerpo con su propia música. Sin palabras, gemidos a lo sumo, respiración agitada. A Él le caen gotas de sudor que brillan con el filo de la luz.

5
Hay un despojo progresivo: de ropas, de tapujos; la esencia primitiva le gana a la civilización. La barbarie de un ser que perdió el raciocinio, enceguecido, sordo por los sonidos del mundo exterior. No hay vista, no hay habla, no hay oído. Todo es corporalidad expresiva.

6
La hipótesis "Black Mirror": la tecnología es el barco y la posibilidad del naufragio. Desborda los sentidos humanos hasta el colapso. Una regresión a los antiguos mitos, a las creencias del ser despojado y desnudo. Cuanto más avanzamos sin brújula, más retrocedemos a las fuentes. El nuevo comienzo es de carne y hueso. Adán & Eva. La caravana como un viaje intenso hacia lo más profundo del alma humana. Un mensaje posible: tenemos todo lo necesario para salvarnos.


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Caravana

Autoría y dirección: Amparo González Sola y Juan Onofri Barbato
Elenco: Amparo González Sola, Juan Onofri Barbato / Rakhal Herrer

Sala a del Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551)
Jueves y viernes, 21 hs
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Mariano E. Pagnucco
(@ezepagnucco)


lunes, 16 de enero de 2017

Presente continuo

Hay que tenerle cuidado
al puro presente
que sacude el calendario de las urgencias
muerde la memoria hasta desmayarla
corroe el alma de las estatuas
sólo deja bronces sin próceres
sin gestas
sin proyectos
sin luchas.

Hay que tenerle cuidado
al puro presente
tan efímero que no cabe en los libros
que todo lo atesoran
que construyen futuro con palabras
con gestas
con proyectos
con luchas.

Hay que tenerle cuidado
al puro presente
que se ofrece descartable
y con fecha de vencimiento
para que nadie ose fijarlo a la Historia
en diálogo con el pasado
con las gestas
con los proyectos
con las luchas.

Hay que tenerle cuidado
al puro presente
con su estrategia venenosa
de besos en la frente
de abrazos sin compromiso
sin gestas
sin proyectos
sin luchas.

Hay que tenerle cuidado
al puro presente
que se viste con traje luminoso
para ocultar su anemia de pueblo
de gestas
de proyectos
de luchas.

Hay que tenerle cuidado
al puro presente
con su voracidad enraizada
en el fondo de los tiempos
sus dientes afilados
dispuestos a tragarse los nombres
las gestas
los proyectos
las luchas.

Hay que tenerle cuidado
al puro presente
porque una vez que se oxide
no quedarán rastros
de las gestas
los proyectos
las luchas
ni de nosotros.
 

Mariano E. Pagnucco
(@ezepagnucco)